Teoría del Color: Azul

Cuando pensamos en el azul, se nos viene automáticamente a la mente la imagen del cielo o bien del mar, del agua (aunque esta, paradójicamente sea incolora). Esta última está íntimamente ligada a la belleza (como de hecho lo atestiguan los cientos de spas y balnearios que se dedican a aprovechar sus virtudes). Nuestro cuerpo está compuesto por un 70% del valioso líquido, necesitando constantemente ser repuesto.

El color conocido como de la calma y la tranquilidad, gana por goleada si echamos una vista atrás en la historia del maquillaje como el más elegido para maquillar la zona de los ojos. Es un color fuerte, por lo que hay que tener cuidado al utilizarlo. Asegúrate de cumplir un conocido mantra en el mundo del maquillaje: si usas el azul en tus ojos, utiliza un color de labios muy natural, así como una mera pasada de rubor, para "equilibrar" el look.

Quitando contadas excepciones, el azul es un color que casa perfectamente con las pieles frías (con predominio de tonalidades rosas en su pigmentación, podéis ver el artículo que escribí al respecto), así como con las pieles negras. Rubias y pelirrojas pueden verse espléndidas con dicho color, trabajándolo bien y recordando siempre que se trata de un tono que, en todos sus matices, endurece mucho las facciones (así que hay que usarlo con cautela). Si aun así quieres un poco de azul en tu maquillaje, puedes probar con opciones diferentes como eyeliner azul marino o máscara de pestañas color turquesa. Para la noche, puedes probar a mezclarlo con grises o bien varias tonalidades de azul.

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